Lola Casals. Coaching, Desprogramación biológica. PNL
Una vez alguien me dijo, ¿tú qué prefieres ser, víctima o heroína? Por supuesto heroína, dije yo. No tenía ni idea que era algo que se podía escoger. Pero la verdad es que en aquel momento no entendí la profundidad de una pregunta aparentemente trivial.
Concretamente me refiero al victimismo y no a las víctimas de las situaciones terribles que todos conocemos. Cuántas veces nos sentimos o nos hemos sentido víctimas de una situación, o del comportamiento de alguien, por ejemplo. Me siento injustamente tratado, no lo entiendo, y no puedo hacer nada porque no depende de mí. Subjetivamente es así. Son los otros que “me hacen” tal cosa, o “no me dicen” tal otra, etc.
Me victimizo, o lo que es lo mismo, dejo de ser el héroe de mi historia, cuando cedo el poder interno de mi bienestar, lo pongo fuera mí. Entonces estaré mejor o peor en función de lo que aquella persona diga o haga, o de lo que pase. En este momento es cuando dejo de asumir el protagonismo de mi vida, yo no soy quién controla mi vida y por tanto no soy responsable de ella. Esto es claramente desestabilizante para la persona que lo siente y lo vive así. Es importante compartirlo, que no es lo mismo que quejarse.
Cuando es una situación puntual suele haber una solución práctica o bien una solución psicológica (de aceptación y cambio de actitud) si la solución práctica no es factible por la razón que sea. Si dura mucho llega un momento que la persona pierde su autoestima y no se siente capaz de decidir ni solucionar nada. Entonces es recomendable recurrir a un profesional.
¿Qué pasa cuando esta situación no es algo puntual sino que se repite a lo largo de su vida en distintos contextos? Pues que es una forma de funcionar aprendida probablemente en la infancia, en la familia, en el colegio, que se ha convertido en un programa automático, en un guion vital (el cerebro automatiza todos los aprendizajes por eficiencia energética, clave de supervivencia, sean buenos o malos). Esto ya no es cuestión de una solución puntual sino que hay que trabajar con el mapa mental de la persona para que tome consciencia y pueda aprender un nuevo patrón o programa de funcionamiento empoderado, y no de víctima.
Cada uno tenemos nuestro propio guion vital, nos ha permitido sobrevivir hasta hoy. Pero de repente algo empieza a estorbarnos, a limitarnos, a crearnos conflicto. Entonces hay que tomar cartas en el asunto.
Por suerte el cerebro es plástico y disponemos de herramientas para trabajar desde distintos ámbitos y conseguir cambios positivos en relativamente poco tiempo. Estos cambios, una vez se producen, son profundos y permanecen. Y lo curioso es que las situaciones que antes me hacían poner en marcha mi programa (automático) dejan de producirse, porque mi programa ha cambiado. Parece magia, pero no lo es.
¿Y tú, qué quieres ser víctima o héroe/heroína?
Acabo con esta frase que me acompaña desde hace muchos años. ¡Feliz semana!
«Nada ha cambiado excepto mi actitud, por eso todo ha cambiado». Anthony de Mello. S.J.